Todo es energía. Los muebles de nuestro
hogar, los edificios, nuestro coche, la ropa que llevamos... El aire a nuestro alrededor está impregnado
de energía, las plantas, los animales y nosotros mismos estamos
hechos de energía.
La fuente más importante de energía y de
la que parte la vida es el Sol. Sin sol, las plantas no podrían
realizar la fotosíntesis, y morirían, la tierra sin vegetación
dejaría de ser fértil y todos los seres que habitamos en ella
dejaríamos de tener sustento y llegaríamos a la extinción.
Los físicos nos dicen que lo que diferencia
un objeto de otro es su nivel de
vibración. Los átomos, las moléculas que componen cada elemento en
nuestro entorno vibran a una determinada frecuencia y cuanto más
rápido vibran, más sutil es su composición.
Por ejemplo, el agua está formada por
moléculas, cuya composición química es H2O. El agua vibra en una
determinada frecuencia en su estado líquido que podemos variar si la
sometemos a diferentes pruebas. Si metemos una botella de agua en el
congelador, estamos reduciendo su vibración, ralentizando el
movimiento de sus moléculas y su consistencia cambia. Se transforma
en hielo.
Asimismo, si calentamos esa botella de agua,
acelerando su nivel vibratorio, volvemos a modificar su estructura
energética, convirtiéndolo en vapor de agua.
Pero en los 3 supuestos, su composición
básica sigue siendo la misma. Moléculas de H2O. Sólo ha cambiado
la vibración y por lo tanto, la consistencia del elemento. De estado
líquido pasa a estado sólido (hielo) o sutil (vapor), pero en
esencia sigue siendo agua.
Nuestra naturaleza, eminentemente física,
está totalmente enfocada a planos de vibración sólidos. Aquello
que podemos sentir y tocar es lo que consideramos “material” y
nos cuesta mucho más ser conscientes de la energía vibrando a
niveles más altos (como el vapor de agua), lo cual no significa que
no exista o no sea real.
Aun siendo seres totalmente “materiales”,
necesitamos de esa energía sutil en nuestro interior para cumplir
con nuestras funciones vitales básicas, fisiológicas, mentales y
emocionales. Nuestro cuerpo contiene esa energía vital en su
interior y lo gestiona en función de las necesidades del momento.
No somos conscientes de nuestro potencial y de lo que somos capaces de hacer.
ResponderEliminarPartimos de esa base, de tomar consciencia de que somos y las cosas que podemos llegar a hacer.
EliminarGracias María por comentar